Hace ya casi un año que tomé la valiente (o disparatada) idea de independizarme laboralmente, de dejar atrás un trabajo que por más de tres años me atormentaba y me encadenaba a reuniones llenas de burocracia y trajes sastre, y donde además, no era yo. Digo valiente por renunciar a la estabilidad económica que un trabajo de ese tipo brinda, no por otra cosa.
Generalmente una vez al mes, cuando los recibos y las cuentas se amontonan en el buzón, me atormento al no contar con una cantidad determinada en mi cuenta bancaria, y es que dedicarse a las consultorías independientes es sinónimo, la mayoría de veces, de recibir el pago dos o tres meses después aunque tu parte del trato ya esté terminada.
Sin embargo, todo esto se me olvida, cuando de pronto, me sorprendo a las 11 de la mañana por alguna calle no tan concurrida por el tráfico, cuando a las 3 de la tarde ya voy de regreso a mi nido, cuando sin importar a qué hora del día, pueda trabajar en mi tesis y no haya un jefe reprimiéndome que no realice trabajos personales en la oficina. Puedo organizar mi tiempo como quiera, dedicarle cuanto quiera a mi familia y amig@s , sin horarios de entrada o salida y poder tomarme las horas que quiera de almuerzo, comer en paz.
Espero que los trabajitos sigan saliendo... que los proyectos maticeros sigan fluyendo y que la necesidad del don dinero poderoso no me haga volver a los sacos y a la incomodidad laboral de un tiempo completo.
*Hacer Dinero de Amparanoia
2 comentarios:
una decisión muy fuerte y digna de ser seguida...
¡Yo opino que ha sido la mejor decisión que tomaste! Así podrás terminar lo que empezaste junto conmigo en 1997... la U.
Jeje.
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